¿Seras tu? [LIBRE]

por **Lily L. Potter** Lun Jun 17, 2013 7:41 pm

Era temprano, no lo suficiente como para que aun estén acostados, pero aun así la gryffindor parecía encontrar bastante cómoda su cama como para usarla de escritorio, ya que llevaba un rato allí tirada escribiendo un pergamino, parecía entretenida. Al parecer solo ella se encontraba en el dormitorio por lo que se podía oír el ruido de la pluma haciendo contacto con el papel y la leve brisa que se colaba por la ventana. Aquel clima frió ponía de muy buen humor a la chica.

Un picoteo pudo oírse claramente desde la ventana y Lilian no tardo en reaccionar al comprobar con un simple vistazo que se trataba de "Athennea", su lechuza. En un momento pensó que se podría tratar de algún recado de uno de sus padres, pero no, no podía ser posible. Abrió la ventana y rápidamente Athennea se posiciono en el hombro derecho de la joven y como era de esperarse le pico el cabello.
-Oye..- Se quejo Lily sonriendo y no tardo mas en tomar la nota. Una sonrisa se dibujo en su rostro mientras iba leyendo y corrió hacia su baúl en busca de qué ponerse para lucir radiante. En ese momento recordó que aun estaba Athennea por lo que primero le dio un premio y la dejo marchar. Ahora si debía de poner "manos a la obra" o mas bien "varita a la obra".

Luego de varias horas, ya casi próximo al horario pactado, al fin Lilian se encontraba admirándose en el espejo. Era común en ella verse siempre arreglada, pero hoy destacaba de cualquier día común. Para ella verse bien era primordial como también mantenerse atenta de todo lo que sucedía a su alrededor, así era como su madre la había criado. Lily era alguien que con simple facilidad lograba atrapar la mirada de cualquier chico, pero ella solo estaba concentrada en uno solo y sabia que tarde o temprano lo iba a conseguir, ¿Quien podría resistir a sus encantos?.

Dio un giro sobre el lugar observándose por ultima vez y luego de tomar su varita salio del sitio. No le parecía nada grato reunirse en la torre Norte, pero en ese preciso momento el lugar pasaba a ser un detalle menor. Sus pasos firmes delataban su presencia, pero no se percato en ello ni tampoco le importaba. Pronto se vio en la torre, pero al parecer aun no había llegado nadie, odiaba la in-puntualidad, por lo que refunfuñando por lo bajo se dedico a contemplar las cosas que la rodeaban. Estaba dispuesta a esperar unos escasos minutos, ni mas ni menos, a pesar de morir de ganas de saber si quien le había escrito era el que ella creía.